martes, 26 de abril de 2011

Acá, no estoy

Es difícil hacerse un futuro como escritor; hay que ser constante y paciente. Nunca he sido nada de eso. Por el contrario, me desespero con facilidad y mi constancia es voluble, casi como mis estados de ánimo. Por eso me regodeaba creyendo en el talento y toda esa mierda. Pero me engañaba a mi mismo, tampoco soy talentoso.
Quizá no tenga futuro, aún así me divierte imaginarme como el revolucionario que los cela desde la oscuridad y el silencio esperando el instante del tiro. Pero, esto no es una revolución, ni si quiera hay guerra; peor aún, el enemigo no esta enterado. Bukowski, te equivocaste, hombre, son las tres y veintidós de algún sábado del 2011, estoy cansando de disparar al aire y esta no fue una pelea de peso pesado. Aquel que quiera ser escritor ha de estar bastante jodido, este oficio es para desesperados.
En fin... de qué podría hablar; la noche trae restos de otras noches, como maretazos de navajas y de cada cuchilla sale como una bala el olor de una mujer distinta. Podría servirme, pero no. No siempre se trata de poesía. No siempre tiene que tratarse de mujeres, tampoco. A veces las historias son pequeñas, tristes y patéticas. A veces solo nos sentimos miserables, y quedamos arrinconados, lamiéndonos la sangre como animales heridos. Entonces, abrimos la chaqueta y como un puta vamos mostrando lo que hay adentro... mucho hueso,  poca carne y bastantes heridas.

Mala suerte

Vi su dolor hacerse humano, tomar un cuchillo y apuntar mi corazón; una noche alevosa y roja, que me declaré culpable.

jueves, 14 de abril de 2011

A los rápidos del Lunahuana

Él estaba sentado, viendo como el bus hería el paisaje
a tajos
el viaje, el viento y el cielo lluvioso
            atrás
                        levantaban polvo en sentido contrario,
                                   aquel pueblo se fue para no volver
Él estaba sentado y el bus, como un microbio,
entró en su sistema
le obstruía las arterias
“está como la piel que dejan las víboras”, dijo el chófer
y el pasajero de al lado asintió mientras sus lagrimas se confundían con la lluvia
Y él reía
contando los remolinos que hacía el viento en las cabezas de la gente
sintiendo el vapor marino condensarse en los ojos de la multitud silenciosa
Y el reía
era una solida risa que rebotaba en las ventanas
pronto, sus carcajadas volvieron violentamente contra la creación
todos en ese bus estaban locos, menos él
que respiraba boca arriba, calando el aire costero
mientras, atónitos, los pasajeros lo miraban, lo auscultaban
lo tendieron cansado y desnudo
para estudiar su corazón
buscaron mal
él nació con el músculo repartido en ambos talones,
y estaban tan pisoteados, tan húmedos, tan recios, en efecto.
Y, estaba tan vital que el acto invasivo lo tenia sin cuidado
porque el río, que cuando ebrio de Pisco lo había llamado,
ahora gritaba adiós
y sus rápidos se alzaban como manos húmedas desde lo lejos
él sabía que no volvería,
y tumbado con la cabeza queriendo desprenderse de su columna,
con la columna queriendo abandonarle el cuerpo
incluso con su cuerpo queriéndolo desolar
sintió las gotas de Lunahuana lamiendo sus ojos,
arrancándole la mejilla
mientras el cielo volvía a ser sucio
y una leve convulsión le decía bienvenido a casa.

(cuadro: Giorgio de Chirico)